Hace una década, en la recordada Cumbre de las Américas de Mar del Plata, se rechazaba la posibilidad de instalar en la región un acuerdo de libre comercio a escala continental impulsado por Estados Unidos. Este hecho marcó un antes y después en el rumbo de la integración regional, donde desechada la iniciativa norteamericana, proliferó una mayor coordinación política entre en los países de la región. Pruebas de ello fueron el rol más político del MERCOSUR en el rechazo al ALCA -a pesar de la continuidades de los desequilibrios y asimetrías internas- y la renovada importancia del bloque para Argentina y Brasil; la alianza estratégica de éstos dos países con Venezuela en cuestiones geopolíticas y de defensa regional; la formación de UNASUR primero y CELAC después, la ampliación del ALBA como bloque alternativo de integración. En síntesis, del comercialismo como eje rector de la integración, se dio paso a una repolitización de las iniciativas regionales que, sin Estados Unidos mediante y sin una agenda exclusivamente económico-comercial, ofreció una mayor autonomía y soberanía regional en el escenario de la integración latinoamericana.
¿Qué era el ALCA? Impulsado por Estados Unidos a comienzos de la década del noventa el ALCA, pregonaba una forma de vinculación entre los países de América Latina y Estados Unidos basada en la apertura comercial y en las rebajas arancelarias con el objetivo de crear una zona hemisférica de libre comercio desde Alaska a Tierra del Fuego. Este proyecto regional lanzado, primero por Georg Bush (padre) en 1990 bajo el nombre de “Iniciativa para las Américas” y, unos años después, en 1994, por Bill Clinton en la primera Cumbre de las Américas realizada en Miami se enlazaba, por un lado, con el proceso más general de apertura económica orientado por el Consenso de Washington para la región por esos años, que hizo hincapié en la reducción de las barreras arancelarias para incrementar el comercio en el marco de la reestructuración capitalista a escala global iniciada luego de la crisis de los años setenta. Y, por otro lado, con el histórico interés económico y geopolítico norteamericano sobre la región que databa desde 1823 con la formulación de la “Doctrina Monroe” y fuera desplegado a partir de 1889 mediante la realización de las Cumbres Panamericanas con el objetivo de crear un área de libre comercio para poder expandir sus intereses económicos en América Latina.
¿Por qué se detuvo, qué implicaba? En el contexto de impugnación social de las políticas neoliberales a comienzos de la década del 2000, también las iniciativas de integración regional comercialistas enlazadas con aquellas políticas sufrieron cuestionamientos. Por un lado, de los gobiernos denominados “progresistas” o “posneoliberales” entre los que podemos ubicar al de Hugo Chávez en Venezuela con sus primeras críticas esbozadas en el año 2001 y su posterior rechazo a la iniciativa norteamericana. También, los de Kirchner en Argentina y Lula en Brasil, quienes desde 2003 en adelante también desarrollaron importantes críticas al ALCA y a la integración neoliberal, que expresaban también la oposición de los movimientos sindicales de ambos países, críticos del proyecto estadounidense, que brindaron un fuerte apoyo a ambos gobiernos en sus primeros años. Por otro lado, por esos años se produjo una fuerte protesta social de diversos movimientos obreros, sociales y campesinos del conjunto de la región que detectó en proyectos como el ALCA o en los TLC’s, la continuidad de la apertura económica y sus consecuencias sobre el desarrollo económico, las condiciones de empleo, el nivel del salario y la fragmentación social, entre otros aspectos. Ellos fueron en las calles los artífices de la consigna “No al ALCA”, que se hizo masiva en torno a la Cumbre. Al mismo tiempo, por esos años se desplegó una impugnación por parte de varias fracciones de las clases dominantes locales que, aunque obedeció a distintos motivos de los anteriores señalados, influyó también en el rediseño de la integración latinoamericana de esa década. Si bien la discusión central que preocupó a los empresarios transcurrió en torno a las barreras arancelarias y paraarancelarias que afectaban a los sectores del agronegocio, las corporaciones empresarias de la industria objetaron los plazos y las formas de la apertura comercial y los efectos sobre las estructuras productivas locales que traería el proyecto hemisférico norteamericano. Esta multiplicidad de cuestionamientos terminó de frenar la iniciativa ALCA en la Cumbre de las América de Mar del Plata dando paso a la mencionada repolitización de la integración.
¿Qué pasó luego de Mar del Plata ? La mayor coordinación y autonomía política regional de desarrolló paulatinamente, por ejemplo, en los siguientes hechos. La proliferación de acuerdos solidarios y cooperativos entre los miembros del ALBA que acercaron a Cuba nuevamente América Latina luego del Consenso de Washington. La acción de UNASUR constribuyendo a evitar la destitución del Evo Morales en Bolivia, o discutiendo la instalación de bases militares en Colombia. El acercamiento de Venezuela al MERCOSUR y el manejo político de las tensiones bilaterales entre Argentina y Brasil al interior del bloque. La construcción de la CELAC como organismo regional latinoamericano sin la exclusión de Cuba como sucedió durante décadas en la OEA. Todo puede entenderse, en buena medida, como resultado del No al ALCA del 2005 en Mar del Plata.
¿Y el presente? En los últimos años, desde 2012 en adelante, este ciclo iniciado en Mar del Plata transita una serie de tensiones, ante el desarrollo de algunas instancias que abren interrogantes sobre futuro cercano de la integración. Por ejemplo, la consolidación de la Alianza del Pacifico entre Estados Unidos y los países que habían contraído un TLC, que vuelve a reposicioanr a Estados Unidos en la región y a instalar la lógica comercial en las agendas regionales; la muerte de Chávez y el ingreso sorpresa de Venezuela al MERCOSUR ante la destitución de Lugo; la meseta por la que transita el bloque ALBA; las permanentes tensiones del MERCOSUR y la reanudación de las negociación de un TLC entre éste y la Unión Europea; por mencionar los hechos recientes más conocidas. A su vez, se abre una incertidumbre en torno a la injerencia en este presente de la integración de algunos gobiernos en países que fueron claves para para consolidar el proceso de mayor autonomía y coordinación política regional. Nos referimos a la crisis de gobernabilidad del PT en Brasil, la continuidad del kirchnerismo o la vuelta de una derecha neoconservadora en Argentina, el desenlace del gobierno de Maduro en Venezuela.
A diez años del No al ALCA, el ciclo resultante de la cumbre marplatense se encuentra en discusión entre consolidarse o retroceder al modelo de integración comercialista neoliberal.

  • Julián Kan es Doctor en Historia. Especialista en Procesos de Integración Regional, Relación Argentina-Brasil, corporaciones empresarias y conflicto social. Es investigador del Instituto de Investigaciones de historia económica y social (IIHES) de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA